Camino a casa II

miércoles, 20 de diciembre de 2006

Cuando Chema me dijo que se había comprado el seiscientos no me lo podía creer, hacía un año que estábamos viendo seiscientos por Internet, yendo a concentraciones y soñando con tener uno. Ayer por fin fuimos a buscarlo hasta Hortaleza en el Corsario con su padre porque yo no tengo carné de conducir. El camino hasta Hortaleza se me hizo eterno porque no veía el momento de verlo y de tocarlo, además como dice el refrán "hasta que no lo vea, no lo crea".

Cuando lo vi no podía cerrar los ojos, ¡que chiquitín! no es lo mismo verlo en fotos por Internet o ver el pelotilla de otra persona que el "tuyo", es de Chema pero como si fuera mio, fue entonces cuando se me ocurrió ponerle el nombre de Peladilla. Al principio me daba vergüenza aceptar la invitación de su padre para hacer el primer viaje de copiloto, pero Chema me conoce muy bien y me leyó en los ojos que estaba deseando montar en él. Así que con su padre de conductor nos dirigimos a Colmenar, no sin antes pasar por una gasolinera y parar a "darle de comer", ¡que ilusión! era la primera vez que montaba en un seiscientos, iba como en una nube, de hecho todavía lo estoy.

La verdad es que no podíamos ir muy deprisa porque el motor no estaba muy bien y el piloto del aceite estaba encendido y solo alcanzaba los 70 por hora. Aunque nos adelantaban todos, a mi no me importaba porque es un privilegio montar en un coche como este. Poco después de entrar en la carretera de Colmenar (M-607) , paramos para ver si Chema quería conducirlo, pero rechazo la proposición, así que continué el camino con su padre. Durante el resto del trayecto fuimos hablando de el seiscientos que tuvo y del seiscientos que también tuvo mi padre. Cuando llegamos a Colmenar fuimos a enseñárselo a mi madre y a mi hermano, esta vez Chema era el piloto. No se quien se emocionó más si él o yo, cuando lo condujo por primera vez porque sabía que le hacía mucha ilusión y que era el sueño de su vida.

Carolina.

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